La Luna se hizo extremeña
y pronto se enamoró
de este sol, que tanto empeña
en hurtar protagonismo,
a su luz, todo egoísmo,
más; sus destellos guardó
para ofrecerle en su noche
la magia de sus murallas.
Alcazaba embrujo y broche
de quietud enamorada
por su río idolatrada
que no emitió ni un reproche
y siguió su navegar.
Con la plata a sus espaldas
llevó a la luna hacia el mar
por fronterizas orillas.
Cuánta luz, que maravilla,
besando al puente de Palmas..
fernando naranjo duran
16-11-2016
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