(A Carmen Naranjo Gutiérrez)
Pon en tu pelo un carmín,
de tus ojos seca el llanto;
de tanto quererle tanto
a ese dulce serafín
ayer nacido de ti
precisa tus grandes ojos,
expresivos, sin enojos
para querer como a nadie.
Ya nunca irás al socaire
el ya ocupa tus antojos.
Apóstol ya para siempre
tu arbolillo de azahar;
ese que tanto soñar
llegó por fin en diciembre.
El pulso nunca te tiemble
tú firme, cual madre y hembra;
jamás olvides tu siembra
y alegra tu linda cara
que la vida te depara;
felicidad en su ofrenda.
Y sigue fiel tu andadura;
aun en duras circunstancias
tu sabes de trashumancias;
del metal de tu armadura;
del estilo y compostura
y el linaje de tu rango.
Tan lejos siempre del fango
da orgullo sobrevivir
con exquisito sentir
apellidarse Naranjo.
Fernando naranjo duran
21-1/2016