Cuando los ciclos finales
aporreen tu ventana
y observes que allá a lo
lejos
pierdes el rastro de todos;
te inundará la desgana.
El final es necesario
para volver a emprender
caminos en solitario
que le ofrezcan el sabor
a tu leal comprender.
Dulce esencia de la vida
que te sabe enamorar
y hora tras horas convida
a degustar los sabores;
si es que tienes paladar.
Tus lágrimas al candil;
-por si éstas fueran de
aceite-
y puedan iluminar
ese nuevo caminar
que gentil opte ofrecerte:
pues la vida es un regalo
que tienes que aprovechar;
más, atento al varapalo,
que insomne vuelva a blandir
sobre tu espalda ejemplar.
Fernando naranjo duran
14-12-2018
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