martes, 6 de octubre de 2020

 

Sevilla la chica.-

(Publicado en la revista taurina “tercio de quites” en feria de Zafra)

Cuando aún resuenan en mis oídos los zambombazos, de los rotundos éxitos por parte de mis dos toreros favoritos, El “Suspiro de la Puebla” y el “Angelote de la impávida figura” Morante, y Talavante, respectivamente. Allá en el feudo de “cocherito” y Martín “Agüero”
De cuyo lugar y nombres no deben olvidarse los viejos aficionados, por ser hoy la Meca de la austeridad taurina. Por la impecable presentación de las corridas generales é incluso el orden meticuloso, que bifurca en ocasiones cuando aparece el sentir más hispano, acompañado de su novia, la vehemencia.
Decido ya una vez acabada las corridas generales, acometer la empresa que me encomendara hace unos días, Manuel Lucia, reconocido Usía, fiel representante y aficionado de la fiesta nacional en nuestra “Sevilla la chica” como siempre fue conocida la ciudad de Zafra, por cuyos rincones y plazoletas sigue rondando el duende de Andalucía, la que quizás por sus cercanías es tan acusada su influencia, la que bate a duelo con el poderoso sentir castúo, legado por aquel poeta nacido en Guareña. Luís Chamizo. Más, me atrevo decir a sottovoce, que por aquí son más devotos de Fernando Villalón, los Álvarez Quintero, Rafael de León y los marismeños, que del propio poeta y autor extremeño.

Expongo que una buena parte de mi vida transcurriera a intramuros de esta ciudad, a la que quiero devolverle parte el cariño que siempre nos prestó su gentil y hospitalaria ciudadanía antes y durante, su importante y singular Feria a la que, desde 1915 asistió mi abuelo Fernando Naranjo, como pionero de esta, a la que jamás dejamos de asistir sus vástagos, siendo la que más universalidad arrastra de toda la región extremeña. Aquí nacieron algunos de nuestra familia, así como otros, descansan aquí su sueño eterno.

Junto a Ismael, mi querido hermano, ya fallecido, asistimos al antiguo colegio de San Luís de Gonzaga, mezclados entre aquella chiquillería segedana de la época, como habituales inquilinos de invierno pasamos aquí los duros años de la posguerra, habitando temporalmente las dependencias, de su Plaza de toros, y como hogar su enfermería, allá en los últimos años cuarenta y hasta los crudos aún, cincuentas, fue en aquella Plaza donde nuestros enseres profesionales de la época eran puntualmente reparados, pintados y puestos a punto para la siguiente temporada de ferias. Zafra en su tejido comercial y empresarial se abanderó por maestros carpinteros, herreros, ferreteros y drogueros locales, donde encontramos fieles colaboradores para el necesario mantenimiento de nuestras atracciones de la época, recogidas en dichas dependencias.

En la Zafra de ayer tan taurina, cuantos recuerdos trae de mi niñez, esperando la salida de aquellos toreros izados a hombros, o abordo sus “haigas” tras de los que solíamos correr en comitiva febril hasta el hotel “Cabañas” después contar en petit comité tal vivencias, como antes de ponernos ayudar al trabajo habitual, de poner discos en aquella antigua gramola, pasar a ver el “Museo Taurino de Manolete” que algunas veces instalaba junto a nuestras atracciones en la plaza de España, y que al ser compañero de ferias, nos dejaban visitar gratis, tras prometer “no tocar” aquellas figuras que representaban a tamaño natural, a toreros fallecidos por astas de toros.
Recuerdo a los allí representados” Florentino Ballesteros. Manuel Granero. Manuel Vares “Valerito”. Joselito el “Gallo” junto a los causantes de tales tragedias “jocinero” “pocapena” “bombito” y “bailaor” respectivamente. Y como estrella principal en esos años tan reciente el dolor por la tragedia de Linares, estaba Manuel Rodríguez Sánchez..”Manolete” e “islero” aunque solo la piel original de este pendiera en los laterales junto a miles de fotografías de aquellas épocas.

Mi padre, José Naranjo, tuvo muchos amigos en Zafra, y solía frecuentar aquellas singulares tabernas que tuvo siempre esta plaza, siendo amigo fraternal de Luis Crespo, dueño del “Bar Crespo” donde solía alternar con sus amigos, a donde yo me desplazaba de vez en cuando para avisar a mi progenitor de que el “puchero” estaba a punto de “apartarse” (según mi querida madre) y aún recuerdo una anécdota de un día de feria, en que se acartelaba aquel Miguel Baez Espuny “Litri” muy en boga y recién alternativado en fallas de la Valencia de 1951 y mi padre me había prometido llevar a verle, quedando en esperarme en el bar del amigo Luis después de las copas de mediodía, y a esto un señor, al parecer ebrio por buen vino que despachaba Luís, me preguntó ¿de que torero era yo?, del Litri contesté, entonces medió un tirón de oreja, y más rápido saltó el mostrador el señor Crespo en mi ayuda, y de un empujón lo sacó fuera de su establecimiento, advirtiéndole que mi padre estaba a punto de aparecer y sería más que prudente para éste individuo no estuviera a su llegada. Desde entonces nunca más fui de un solo torero ¿total para qué? Habiendo tantos, tan buenos y valientes. Recuerdo también aquel bar, sito en la calle de la Bomba; el de “los toreros” a los que miraba embelesado sus paredes que ostentaban un taurinísimo recubrimiento de cartelería antigua, acompañados con fotos de toreros de varias épocas, (esencias de aquel santuario) ¿Sin dudar de su buen vino?..

Zafra te embarca en su famosa calle Sevilla”, por ser la más concurrida y principal, más, después en suaves lances te vacía hacia sus callejuelas estrechas, donde te insultan sus añejos balcones y recoletos rincones preñados de jazmines claveles y gitanillas, como los aromas de su coqueta “callejita del clavel”, la que platica de amores con su embrujado Arco Jerez”. Plaza grande, o plaza chica, junto al arquillo del pan. Retablo de la esperancita y hasta del Duque un Pilar, para abrevar el ganado en su feria, lleva a gala, esta Zafra singular.

Para ponerse a soñar, pues Zafra necesitaría ¿si es que no lo tiene ya? para mirarse en su propio espejo, un cronista al estilo de Don Luís Montoto. Aquel sevillanísimo historiador de su hermana mayor, (la Sevilla de Chicuelo y PepeLui) Arengando desde radio Sevilla, en aquellos largos y fecundos inviernos, siendo mi educadora celestial. De ella conservo aquellas bucólicas historias de su vieja ciudad enamorada de sus toreros bautizados en el río betis.

De Zafra, aún conservo el recuerdo de uno de sus hijos que soñó con ser figura del toreo,
¡que aroma a torero clásico que se evaporó!, ¿No se pudo conservar tan importante proyecto? Tanto, qué me pareció que esta ciudad había encontrado su azulejo más preciado. ¡Un matador de toros! Que bien pudiera haber sido “su” Manolo Vázquez para una Sevilla chica”. Este no era tan “Feo” como el pueblo asignara de sobre nombre a los suyos” Pues con mú guena planta como para ser el extremeño de corte clásico entre los toreros de hoy en día. ¿Porque quizás nuestra Señora del Valle, sepa los secretos encomendados por Doña Elvira, más, todo quedó en una nube pasajera, o como dijo aquella vieja canción rock de The Hooligans.. “Agujetas de color de rosas y un sombrero grande y feo”

La Zafra cosmopolita, la recuerdo como una ciudad de paso y en sus antiguos rodeos apiñados de gitanos y tratantes, bajo entoldados tenderetes, sus concurridas cantinas por donde abundaban buscadores de -lumiascas- y corrillos de -trileros y burlangas- afanándoles los cuartos a catetos y necios por avaros e impíos. “Charlatanes de vasijas y manteros” sobre antiguas y entoldadas camionetas, o aquellos rifadores de “haigas” apostados en las cercanías del Salón Romero; mientras tanto nuestras atracciones giraban sin temor al desaliento.

Hablar en estas páginas de la ciudad que me vio crecer, es para mí todo un honor, que en esta ocasión no quiero desaprovechar. ¿Quién sabe lo que la vida me ha de dejar estar?
Doy las gracias por ello, y espero, que “nuestra” feria sea para todos un preciado bien. La taurina, y la tradicional de ferias de tiovivos” y mercados. Por algo es única en toda la región y allende las fronteras de este país ahora tan deslavazado sigue siendo famosa internacionalmente, gracias a los esfuerzos de honrados aborígenes que tanto llegué a conocer.
(con el permiso de ustedes) ¡Suene “Tercio de quites y Viva la feria. ¡Viva la fiesta brava! ¡Y Viva Zafra!

Que suene el “tercio de quites”
y dé comienzo la feria,
amigos, es cosa seria,
quinientos años repiten
más. aproveche el envite
que su vida no es tan larga,
y brindemos lo que salga
degusten sus regios vinos,
los sirven en catavinos
del Raposo, su uva hidalga..

Quiero que Zafra reluzca
como guirnalda en su feria
para mí, cosa muy seria,
y ella constante la busca.
Que los celos no reduzcan
aquella vieja estampida
de ciudad tan colorida
para finos “mercaderes,
de sonrisas” y quehaceres
que pasaron por su vida...

Fernando naranjo duran

31-8-2011

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