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Una cigarra en mi oído
quiso mi suerte cambiar
tan insolente intentara
imponerse al sentimiento
de un fandango y su compás!
La sordera no me impuso,
dándolo to' por perdido
ante un fandango valiente
que se hizo fuerte mi sierra
y me devolvió el oído.
Ganas me dan de llorá
cuando me acuerdo qué ayer
quise ofrecerte mi vida
y te reíste, mujer,
siendo desconsiderá!.
Ahora no me interesas,
te fui olvidando despacio
y al quedarse mi alma ilesa
se pusiera a razonar
y libre buscó otro espacio.
Tengo el alma pueblerina
Ilusionada y poeta;
por soñarse soberana
tan castiza y tan serrana
aunque aldeana y cateta.
Fernando naranjo duran
15-11-2018
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